Libros de Itaca en Literaturas.com

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Por Miguel Baquero

«Un editor es un funambulista que en cada edición corre el riesgo de caerse del cable»
Libros de Itaca es una nueva editorial, quizás la editorial con el nombre más literario de todas, que comienza su andadura cargada de ilusión. Todos sabemos, sí, que el panorama es desolador, que no se vende un libro, que las librerías se resisten a admitir para el escaparate a sellos y autores noveles… No hace falta hablar más de esta obviedad. Y sin embargo, siempre ha habido, hay y habrá ilusos, soñadores, esa gente especial de que se nutre la literatura, que pese a todo siguen apostando por un proyecto, que consideran que tienen algo que decir, algunas voces a las que hacer hablar y que sea como sea encontrarán un resquicio por el que colarse. Entrevistamos a Javier Serrano, el muñidor de estos Libros de Itaca y autor el mismo de una excelente novela, «La jaula» (editorial Eutelequia).

LITERATURAS.COM: Pese a que editar es casi una locura, sin embargo…
JAVIER SERRANO: …es también una aventura hermosa.
LIT.COM: ¿Hacia dónde pretende orientarse Libros de Itaca? ¿Qué puede tener esta editorial que la diferencia de las demás?
J.S.: Libros de Itaca es apenas un bebé que está aprendiendo a andar. A medida que vaya creciendo irá encontrando su camino. En cualquier caso, apostamos por obras de calidad, fundamentalmente narrativa y ensayo, descatalogadas, ineditadas o inéditas. Existen ya editoriales que van en la misma línea, pero nosotros queremos aportar nuestro pequeño granito de arena.
LIT.COM: La última obra que vuestro catálogo es «La herida», de Santiago Casero, una novela denso de aire kafkiano, bastante en la línea de tu misma novela, «La jaula».
J.S.: «La herida», de Santiago Casero González, es la tercera obra que publica Libros de Itaca. Los dos libros anteriores fueron de cuentos: «Y el muerto nadó tres días», de Rafael Barrett; y «La carpa y otros cuentos», de Daniel Sueiro. Y sí, «La herida» y mi propia novela, «La jaula», tienen elementos en común y comparten cierta atmósfera distópica.
LIT.COM: ¿Qué destacarías de «La herida»?
J.S.: Varias cosas: su atmósfera distópica, claustrofóbica por momentos; el suspense, que hace que el lector muerda el anzuelo y se enganche, y que hace avanzar la historia; la profundidad en su análisis de ciertos sentimientos y comportamientos humanos como la culpa, la posibilidad (o no) de la redención, la memoria, el olvido… Por lo demás, «La herida» está escrita con un estilo depurado, preciosista en algunos pasajes, y contiene pequeños homenajes y guiños a otros autores.
LIT.COM: ¿Es prematuro hablar de planes?, ¿de títulos en espera?
J.S.: Cuando uno anticipa sus planes futuros corre el riesgo de que estos se caigan, así que es mejor ir pasito a pasito. Por otro lado, me gusta la capacidad de sorpresa y que haya cierta expectación. En cualquier caso, y puesto que está muy avanzando el proyecto, te diré que el próximo libro será un ensayo: «Evolución, revolución y anarquía», de Élisée Reclus, un geógrafo anarquista francés que participó en la Comuna de París y uno de los más grandes viajeros de su época.
LIT.COM: Como editor que eres, me interesa mucho saber qué es lo que hace que, definitivamente, te involucres en la edición de un libro. ¿Qué rasgo te lleva al final a tomar la decisión: «este libro lo saco»?
J.S.: En ese punto hay mucho de gusto personal, por un lado, y de intuición, mucha intuición, por otro lado. Un editor es un funambulista que en cada edición corre el riesgo de caerse del cable, por lo que también ha de pensar en la parte económica del asunto.
LIT.COM: También quisiera plantearle la pregunta al revés: ¿qué detalle, ante la duda, te puede hacer desestimar una publicación?
J.S.: Ante la duda, lo más sensato es hacer una segunda lectura, y a poder ser distanciada en el tiempo de la primera, como si el editor se enfrentase de nuevo a la obra. Tomar la decisión final es un proceso algo complicado, donde influye mucho lo personal. La historia de la literatura está llena de libros que fueron rechazados por editores y que luego han pasado a la historia como grandes obras, y viceversa. Es cierto que en toda decisión personal, no sólo literaria sino también en la vida diaria, existe siempre la posibilidad de cometer errores, y sin embargo es necesario tomar decisiones. Es así como el mundo avanza, a veces con retrocesos.
LIT.COM: ¿Qué opinas de la tarea de editor?, ¿de reunirte con un autor, indicarle lo que podría mejorar, cambiar, lo que puede ser que no funciones de cara a la versión final? ¿Hacer mucho de este trabajo o prefieres editar un libro casi que tal como te viene?
J.S.: Considero que editor y autor van en la misma barca (también el impresor, el distribuidor, el librero…), así que lo aconsejable es que todos remen en la misma dirección y de manera acompasada. Cuando un editor se decanta por un determinado autor, a menudo suele haber sintonía de ideas entre ambos, lo cual facilita que entre ellos haya «buen rollo» y la comunicación sea fluida. En cuanto a lo de proponer cambios al autor, hay que ser muy cuidadoso con ello. Por propia experiencia sé que la escritura de un libro puede llegar a ser un proceso muy absorbente, lo que explica que al final se cree una relación muy estrecha, a veces enfermiza, entre el escritor y su obra, y este pueda llegar a perder un poco la perspectiva, la noción de la realidad. Es ahí donde el editor, debe sugerir, nunca imponer, ciertos cambios que pueden mejorar la obra. Lo de ser editor-escritor te ayuda a entender a la otra parte. Y luego, como en todo, no hay que desdeñar el «factor humano» por ambas partes.
LIT.COM: ¿Qué tipo de libro nunca publicaría Libros de Itaca?
J.S.: Libros que alentaran el odio, en cualquiera de sus variantes. Y siendo más prosaicos, tampoco publicaríamos libros que no nos convenciesen.
LIT.COM: Por último, ¿qué autores y qué editoriales admiras más del panorama actual… o anterior?
J.S.: Por suerte, en España y de modo paralelo al declive del mercado editorial, ha ido surgiendo toda una pléyade de pequeñas editoriales que han apostado por la edición cuidada y por la obra selecta, yendo en contra de los postulados que guiaban a las grandes editoriales, orientados más hacia la rentabilidad económica. Esas pequeñas editoriales han ido fidelizando a sus lectores y han ido creciendo, descubriendo nuevos autores, consolidando su marchamo de calidad, que creo que es a lo que debe aspirar todo editor. Estoy hablando de editoriales como las del Grupo Contexto, o Pepitas de Calabaza, Capitán Swing, Gallo Nero, Tropo, por nombrar sólo algunas que me vienen ahora a la memoria, pero hay muchas. Algunas de esas editoriales ya no son tan pequeñas, y luego hay otras que apostaron por un criterio de calidad, arriesgando al nadar a contracorriente, y acabaron sucumbiendo.