Javier Zurro
Reseña de Pornograffiti. Cuerpo y disidencia, publicada en el diario digital El Confidencial (www.elconfidencial.com)
Reseña de Pornograffiti. Cuerpo y disidencia, publicada en el diario digital El Confidencial (www.elconfidencial.com)
Cuando uno escucha la palabra pornografía su mente vuela e
imagina las pasiones más ocultas e inconfesables. Aquellas capaces de excitar y
que satisfacen nuestra pulsión escópica. En la pornografía vemos
aquello que normalmente no podemos o no nos dejan ver.
En la actualidad el mundo del porno ha quedado vinculado al de
internet, con miles de canales que emiten todo tipo de vídeos
disponibles para el usuario en cualquier momento. La pornografía está más viva
que nunca, pero no es un fenómeno recién nacido, sino con siglos de antigüedad
y con mucho futuro.
El porno no es sólo el vídeo o la revista que uno ve, sino que hay mucho
más detrás. Tras la pornografía hay implicaciones políticas, económicas,
artísticas, subversivas y hasta filosóficas, sólo hay que pararse a mirar con
detalle.
Ese objetivo, el de ver más allá de las simples imágenes sexualizadas, es
el que se ha propuesto Jorge Fernández Gonzalo en Pornograffiti.
Cuerpo y disidencia (Libros de Ítaca) un ensayo en el que se analiza
su pasado, presente y futuro así como su vigencia y vinculación con otras
muchas áreas.
Un término que une la pornografía con la palabra y con el arte callejero.
Un nombre acuñado por el autor que escribe lo siguiente: “Si el graffiti se
escribe sobre los muros y el tatuaje sobre la piel, en Pornograffiti se afirma
que la revolución comienza cuando son los cuerpos los que realmente se
escriben, ya que su poder estriba en la capacidad de transformarse en
inscripción, espectáculo, graffiti, hasta consolidar un nuevo escenario
político de insurgencia mediática a través de herramientas como el posporno y
la teoría queer”.
Jorge Fernández Gonzalo, Doctor en Filología Hispánica, se apresura en
establecer la diferencia entre dos términos que siempre se confunden: erotismo
y pornografía. Marca desde sus primeras páginas el territorio sobre el que
desarrolla su ensayo para no inducir a error. La pornografía no es más que un
tipo de erotismo. “Una manera de entender la corporalidad y sus representaciones”,
escribe Fernández Gonzalo que advierte que lo que ahora vemos como pornografía
no hubiera entrado en esa categoría en otras épocas.
Y es que la palabra se registra por primera vez en 1739 en un escrito de Restif
de la Bretonne donde se definía como la gestión del burdel y desde ese
momento su concepción no ha hecho más que cambiar. Incluso antes del siglo
XVIII ya hay constancia del termino 'Porné', que en griego antiguo significaba 'prostituta'.
Un término destinado a ir adaptándose a cada momento histórico.
Pornocapitalismo y futuro
Pornograffiti. Cuerpo y disidencia intenta trazar un árbol genealógico de la pornografía a
la vez que tiende puentes con sus repercusiones en los modelos de organización
económico-mediáticos actuales en un concepto que el autor define como pornocapitalismo.
Sólo entendiendo la importancia de la pornografía y sus vinculaciones con
la sensación de poder y de superioridad uno podrá entender cómo es posible que
se siga rodando y produciendo contenido pornográfico a pesar de que todo ha
sido ya imaginado y consumido.
Para el autor el éxito del porno tiene que ver con las promesas cumplidas.
“Siempre nos hace entrega justamente de aquello que nos niega, es decir: nos
asegura que el infinito acaba ahí, justo en la pantalla del televisor. Frente a
la desazón que deja el libro ante su cierre, como si no aceptáramos que el
destino de los personajes o las peripecias más nimias concluyeran en ese punto,
el porno se cumple, y el orgasmo y su correlato masturbatorio levantan acta de
esa clausura. El porno afirma que ya no habrá más promesas, más
expectativas, y es ésa la forma más pura de una promesa”, dice Fernández
Gonzalo.
Vivimos en una sociedad pornocapitalista, en la que el matrimonio entre
pornografía y capitalismo, publicidad e industria del porno, a pesar de ser
relativamente reciente siempre ha sido beneficioso. El consumismo extrae su
materia prima del principio del placer.
En este contexto la pornografía ha demostrado ser una economía
perfecta, circular e infinita en la que “los objetos no se desgastan
por el uso y los soportes de producción facilitan el juego de infinitas
reproducciones”.
¿Y cómo ve el futuro de la pornografía el autor de Pornograffiti?: “Hay más porno en la red del que nadie jamás pueda llegar a consumir, y pronto habrá (si no los hay aún) más felaciones que monólogos dramáticos en el teatro europeo, más desnudos femeninos que relatos mitológicos, más erecciones que sonetos”, explica el autor en la web de la editorial. El futuro es del porno.
¿Y cómo ve el futuro de la pornografía el autor de Pornograffiti?: “Hay más porno en la red del que nadie jamás pueda llegar a consumir, y pronto habrá (si no los hay aún) más felaciones que monólogos dramáticos en el teatro europeo, más desnudos femeninos que relatos mitológicos, más erecciones que sonetos”, explica el autor en la web de la editorial. El futuro es del porno.